Vuelve, vuelve tarde pero vuelve, vuelve a mí si te pierdes.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Ser libre es una bonita ambición.

En la vida tenemos dos opciones: una de ellas es rendirse y otra, seguir adelante. Cuando uno elige la rendición está dejando de luchar por aquello que desea para dejar al azar su suerte y sus "no elecciones" que llevarán a situaciones favorables o desfavorables dependiendo de circunstancias ajenas en las que no puede o no quiere interferir. Rendirse es como caer al vacío y dejarlo todo atrás, todos los éxitos y todos los fracasos se funden en uno para hacerse desaparecer. A veces rendirse es como caer al vacío, otras, en cambio, como pegarse golpes con la cabeza en la pared. A veces es sentarse y no levantar cabeza, y, otras, es como volver a tropezar con la misma piedra que ha estado ahí siempre y que seguirá estando si no la quitas de tu camino. A veces es volver a querer a alguien que ya te ha hecho daño, y otras es confiar o decidir no hacerlo nunca más. Rendirse nunca es lo mismo para todas las personas, rendirse nunca será igual, porque cuando te rindes, de dos opciones no eliges cual perder; pierdes las dos.
En cambio, cuando uno elige seguir adelante, está aceptando de por sí la lucha, el deseo, y la motivación por conseguir aquello que desea o que aún no sabe que desea. Nunca es fácil, las cosas buenas se hacen de rogar, y se hacen "de trabajar" mucho y muy duro, muchos de los que han tenido grandes éxitos en la vida lo saben. Es más, para eso ya hay un dicho "Lo que fácil llega, fácil se va" y en la mayoría de los casos es la verdad, es difícil hacer perdurar algo que no has conseguido por tus propios méritos. Pongamos un ejemplo: si uno hace chuletas en un examen, es muy probable que ese examen esté aprobado incluso con buena nota, pero si después de ese examen necesita utilizar esos conocimientos para algo más, fracasará, porque está claro que esos conocimientos no son suyos, es decir, el mérito de aprobar el examen con buena nota es nulo, por lo tanto a la larga no ha conseguido nada en el ámbito personal, aunque sigue siendo posible que ese examen aprobado le sirva para algo. Pues bien, lo mismo ocurre con las cosas buenas, cuando vienen solas duran poco o traen consecuencias que mejor ni mencionar.
Pues bien, aunque a veces parezca que no es cierto, el trabajo duro es el que trae mejor recompensa, obviamente no me refiero a esfuerzo físico (que en algunos casos también), sino esfuerzo moral por ser mejor y por hacer mejor. Si uno estudia mucho (y bien ) para un examen es muy probable que los resultados sean positivos, y que, además, si más adelante necesita esos conocimientos, los tendrá almacenados en la memoria interna de su cerebro y podrá utilizarlos repetidamente tantas veces como necesite. Es muy simple, el esfuerzo tarde o temprano será recompensado.
Por otro lado, también están los que creen en la suerte y la tienen, y los que no la tienen. Ahí surge un problema, ¿Creer en la suerte y en la mala suerte? Dos posiciones:
1. Cuando nos pasa algo bueno creemos que ha sido buena suerte y cuando pasa algo malo, ha sido mala suerte.
2. Cuando pasa algo bueno nos quedamos con los méritos, pero cuando pasa algo malo ha sido mala suerte.
En el primer caso, se diría de un soñador sincero consigo mismo, que sabe distinguir lo que le pertece de lo que no, lo cual tiene algo de mérito y en ocasiones esas personas salen ganando porque confían tanto en que algo puede salir bien, que al final de manera inconsciente hacen todo lo posible para llevarlo acabo y lo consiguen.
En el segundo caso, podría decirse de una persona algo egoísta y surrealista, "si es bueno si es mérito mío, pero si es malo le echo la culpa a otra cosa y así me ciego, no veo mis errores, creo que soy feliz porque no ha sido mi culpa, pero en el fondo soy infeliz porque ni consigo lo que quiero ni realmente creo no haber tenido nada que ver". Ese podría ser un razonamiento acertado.

En fin, es prácticamente imposible descifrar cual de los planteamientos está mejor visto de cara al desarrollo de la vida de cada cual, a veces las personas no saben lo que quieren y en qué creen, mezclan todos estos casos y se hacen un lío o no se dan cuenta de que no para todos funciona el mismo método. Por eso, llega un momento en la vida, en el que hay que pararse a pensar si lo que uno está haciendo lo hace sentirse bien con él mismo, si es feliz con lo que hace o deja de hacer por su vida, si se siente cómodo o si le está funcionando.
Ojalá que todos supierais cómo querer y a quién, qué hacer y con quién, cómo vivir y para qué.  Yo me lo estoy pensando...

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