Vuelve, vuelve tarde pero vuelve, vuelve a mí si te pierdes.

viernes, 17 de enero de 2014

Vayamos a reírnos a cualquier parte, y a llorar también.

He soñado con tu piel y con tu aliento
con tus aires y con tu sed,
con el desafío en tus ojos
como en pocos ojos pude ver.

Que he soñado con la rosa blanca
cuando me la diste tú, antes de ayer.
He soñado con tu cuerpo y con tus sueños
con tus dudas, con las mías.
Con la dorada miel.
Miel que dejaste en mis labios,
y sigue siendo tan dulce...
como amarga, como ansiosa,
como tantas ganas las que te tengo
tantas ganas de llorarte y de reírte,
de sentirte y de pensarte...

                       ...de amarte. Hoy... y ayer.

miércoles, 8 de enero de 2014

Te sientas en un lugar apartado de gente común, de gente corriente y te das cuenta de que no a todo el mundo le gusta un bolso de Loewe, saliendo del mundo en el que sueles moverte te encuentras perdida entre tantas opiniones diferentes, tantos gestos de gratitud y respeto te imponen nada más llegar. Es increíble como los sueños de otros difieren de los tuyos, no todo el mundo aspira a lo mismo. Y me animo a volver a escribir sobre lo escrito, a hablar de nuevo de algo sobre lo que ya ha quedado todo dicho. Y tan poco consuelo para tanto llanto en un lugar de locos, en un lugar donde miro por lo mío y tú por lo tuyo pero de nuevo me sorprende tu calidad de sentimientos, o mejor dicho, su cantidad. La cualidad de estar siempre pendiente es algo que me cuesta aún asumir. Acostumbrada a la independencia, a la soledad en la continua carrera de vivir más rápido, para no pensar. Me cuesta asumir eso que esperas que ya tenga más que asimilado. Esa continua espera de algo inesperado, de un cuento, de una historia real. Aunque parezca mentira no es la.primera vez que la realidad supera lo imaginario.
Era muy surrealista pensar que... en cambio, hoy es tan natural. ¿Cómo afrontar la realidad que no deja de lado casi nada? La felicidad cuando llega de golpe también pesa, como pesan los años, como pesan los sueños que tratamos de cumplir y fracasamos, como pesan las lágrimas de una madre desesperada, las de una chica enamorada, las de los sueños rotos y los sueños cumplidos, porque la risa también pesa. Y a mí me pesan los daños mucho más que los propios años, y estoy perdida. Muy perdida. Mucho más perdida de lo que esperaba.