Vuelve, vuelve tarde pero vuelve, vuelve a mí si te pierdes.

viernes, 14 de marzo de 2014

Hey! I'm in love. Sure. Not.

Estoy atrapada. Atrapada entre lo que quiero y lo que tengo, o hipotéticamente puedo tener. No me conozco o lo hago demasiado poco, porque me estoy equivocando todo el tiempo. Ya no beso, porque besar ranas no está en este cuento. Solo me ahogo en un mar de dudas que no hace más que volverse más hondo a cada paso que doy; resulta que no soy la sirena de nadie. Tantas emociones a veces son beneficiosas, pero seguramente necesiten salir a besos no pueden, tal vez sea eso lo que las mantenga presas en esta cárcel de no lágrimas. No sonrisas. No abrazos. Mantienes a todo el mundo alejado y de repente te das cuenta de que los demás siempre tienen a alguien, pero mientras tanto tú estás sola. Completamente sola. Sola, sola, sola. Tres veces sola. Más de tres.

No por capricho sino por desconocimiento, o por crueldad, o por egoísmo tal vez. De un momento a otro se caen todos los edificios de este mundo que has construido, incluso el de tus sueños cumplidos. Resulta que ya no aporta, ya no interesa todo aquello que anteriormente te había reconfortado tanto. El corazón roto duele ya demasiado, pareces haber pasado página como quinientas veces ya en toda tu vida tan corta pero no, los trozos siguen repartidos por todas partes esperando a que alguien los recoja y vuelva a abrazarte tan fuerte como para que puedan volver a unirse de nuevo. Pero si no dejas salir a nadie, nadie podrá entrar. Eso está claro, ni tú misma. ¿Significa eso que estoy atrapada dentro de mí? ¿He llegado a tal punto de no dejar que nadie saque algo bueno de mí? Y sola no puedo. Nadie puede. ¿O yo sí? Yo, yo, yo. Siempre conmigo y nunca contigo.

martes, 11 de marzo de 2014

Contando los besos que no me das, esos también se cuentan hoy.

Crees que conoces a alguien y cuando algo con lo que contabais cambia, te das cuenta de como es realmente.
La carretera estaba vacía, la niebla era todo lo que podía ver desde mi ventana. El autobús no había parado en todo el viaje porque hacía tanto frío que probablemente tan solo con salir de él ya nos hubiéramos congelado todos, incluidos nuestros mocos y nuestras lágrimas. Estoy segura de que hubiera sido el viaje más largo de mi vida, pero entonces hubo algo que no dejaba de entrar y salir de mi mente, como una proyección de algo que ya había vivido en momentos anteriores, como esas ideas de las que no consigues librarte por mucho que lo intentes y por muchas otras actividades que hagas. Esa idea eras tú.
Pero cómo iba a saber yo que ya te había conocido y cómo iba a pensar que tu y yo... si tu... es increíble. Y qué otra cosa podría hacer, bajé del autobús a riesgo de morir congelada y me monté en tu coche. Te conocía desde siempre, no podría pasarme nada a tu lado, además te echaba de menos, por muy malo que podría parecer tenía que volver a darte la oportunidad que tantas veces hubiera deseado que me hubieras pedido... y estabas ahí, para salvarme de la peor elección que hubiera realizado jamás.
Pero entonces simplemente paraste el motor y tus ojos se volvieron más fríos incluso que el propio invierno, más grises que la niebla, todo tipo de sentimiento había desaparecido y las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. Creí conocerte, creí estar en lo cierto cuando decía que algún día volverías...

Ahora que he despertado en esta habitación tan oscura y no distingo si es la mía propia, por esa milésima de segundo que pasa entre que abres los ojos y aún los tienes cerrados pero tu mente ya está despierta, había pensado que era cierto aquello que había soñado, tus caricias eran mucho más reales que los recuerdos tibios que conservo de ti. Pero creo que estaba soñando, tal vez lo esté haciendo ahora... vaya tortura la mía dormir mientras sueño, soñar mientras vivo porque no hay nada en esta vida que valga más que un sueño cumplido.