Vuelve, vuelve tarde pero vuelve, vuelve a mí si te pierdes.

jueves, 23 de abril de 2015

Sin pensarlo.

Vencí lo que era el amor en aquella época, incluidos sus flechazos y muchos de ellos acabaron en fracaso. ¿Y qué? Luché contra viento y marea o, más bien, estaban en contra todas esas circunstancias que me hacen volver a pensar en lo que podía o no haber hecho de otra manera.
Me vencí, incluso, a mí misma porque me pasaron muchos de los trenes que estaba esperando por encima y seguí pensando que era la mejor manera de entender aquello que llaman amor. Dejé parte de lo que podría haber sido una forma de volver a respirar por ahogarme en mi propio resentimiento, en el victimismo de haber amado incondicionalmente, pero resulta que nadie te obliga a querer, ¿o si? Sucumbes a tentaciones que se hacen interminables y ya no sabes si es por ti o realmente por la otra parte, la parte que en realidad no está pensando en todo como lo crees estar haciendo tú, de la mejor forma posible. 
El caso es que vencí al amor, al desamor, a las ganas que tenía de amarte y de odiarte al mismo tiempo porque del odio al amor también tan sólo hay un paso, no fue fácil, pero fue posible. Lo único de lo que dudo ahora es si realmente habrá servido de algo como para algún día decidir volver a intentarlo. 

lunes, 20 de abril de 2015

La moral.

Me gusta el mar, por infinito, por frío, por intranquilo, por bravío. Me gusta el  mar cuando en él me baño, me gusta porque es hondo y porque no sé ni lo que estoy tocando. Me gusta el mar cuando sales de él, porque cada gotita que cae al suelo de tu cabello es puro tesoro. Me gusta el mar por desconocido, por ondulado. Me gusta el mar cuando me acerco y me quema el agua por su temperatura tan fría y yo tan ardiente. Me gusta el mar porque me gustan los peces que de todo se olvidan, y me gustan sus juegos y sus bienvenidas. Me gusta el mar porque siempre está, donde debe. Me gusta porque a veces, se mete donde no tiene. Me gusta el mar porque es mucho y es poco. Me gusta el mar porque dicen que aquel día de la sirena el marinero se enamoró y de tanto esperar a que le crecieran piernas a la muy desgraciada el barco del marinero se hundió, no llevaba ni oro, ni plata, el barco llevaba una tonelada de sal y si el agua cristalina donde vivía la sirenita era dulce, se volvió salada. Y me gusta el mar porque casi todo lo une, y porque hay barcos que no regresan jamás. Me gusta el mar porque es tan malo como bueno, tan calmado como alborotado, tan tú, tan yo... ¿Quién decide lo que es bien y lo que es mal? A mí me gusta el mar.

jueves, 9 de abril de 2015

Va a ser que no

Mi mente ligera que escapa de lo cotidiano, mi principio lejano, mi sueño sagrado, mi amor encarcelado. El comienzo de un camino que algún día, sabemos, que habrá terminado. El compás en una mano y en la otra el ritmo de la melodía que guía esta sensación afectiva que no sabes ni por dónde va, que se pierde, que se encuentra, que me llama, que molesta, que no puedo parar de tararear. La primera impresión fue tan trágica que sólo podría ir a mejor, sólo la letra podría arreglar este desastre pero no. Porque en cuanto se hace familiar se hace eterna, se hace conocida, se hace muy tierna, en cuanto se repite dos o tres segundas veces más, sin esperar, a mi me encandila, me sobreapasiona, me hace ser o te hace temblar o qué se yo que coño está pasando porque esa melodía se está apagando pero vuelve otra vez, más suave, con más gracia, con menos comedia y ahora más grave, poco a poco subiendo de tono, subiendo de piso, subiendo de placer a algo para lo que solemos pedirnos permiso. ¿Me lo permito?
Llaman a la puerta y no eres tú, es el cartero con algo nuevo. Agggggggg.

miércoles, 8 de abril de 2015

Ayer si te acuerdas...

¿En qué momento perdí el norte? ¿En qué momento decidí dejar atrás todo aquello que en su día me apasionó, todo aquello que me volvía loca? ¿Dónde han quedado todos esos juegos locos de niña mala, de tipa caprichosa, de princesita delicada? ¿Dónde está el daño que le hice y por el que cada día he pagado queriendo cosas que no están al alcance de mi mano? Podría tener siempre lo que quiero o no. No lo puedo saber, porque jamás lo he intentado, siempre he dejado que me ganen las ásperas mentiras con las que me has llenado la cabeza de pajaritos. "No puedes tener lo que quieres pero sí lo que necesitas" ¡Qué barbaridad! No está la cosa como para bromear, ¿que no necesito lo que quiero o que no quiero lo que necesito? ¿Qué me estás contando? Y todos los besos que voy dando se van envenenando con tus destellos de odio, con tu indiferencia genuina, con tu rabia...
- ¡Maldita! ¿Dónde te has metido hoy?
Y yo saltando, por las cuerdas de un árbol, trepando balcones para buscar al Romeo que me está esperando. Paseando por los campos mientras los primeros rayos de sol de marzo me tiñen las mejillas de un color extraño, porque no es ni rojo ni blanco. Y yo brindando por los placeres, por las sonrisas, por los quehaceres, por el trabajo bien hecho, por el amor hasta el techo, por los polvetes con prisas de amanecer. Y yo bailando, bajo la lluvia, mientras en Japón pasa un terremoto y en mi casa con tantos platos rotos ¿qué hago yo?
- ¡Pequeña mentirosilla vuelve aquí!
Y yo jugando con los patitos del lago, con los sueños colgando de esas pestañas tan largas que tenías de pequeño. Y yo inventando cuentos, contando historias.
- ¿Dónde te escondes?
Y yo... soñando despierta contigo.

lunes, 6 de abril de 2015

¿Es principio o es final? ¿Es lugar o es mentira?

Que te pones a pensar y ninguna persona va a estar a la altura de lo que podrías pensar que querrías, no va a estar a la altura de lo que te has imaginado, nunca nadie va a estar a la altura de lo que esperas... porque la realidad supera lo imaginado, no puedes imaginarte lo que aún no te había pasado.
Vaya si me vuelves loca, vaya si me rozan los dedos las nubes o en tu pelo. Vaya si nos vamos, vayas tú donde vayas, allí estaré yo esperando. No pises ese suelo que está mojado, mejor pasar de largo, no llames a las puertas de los extraños cuando lo que buscas lo tienes al lado. No me cuentes con los dedos, porque solo una puedo ser. No me llames Cenicienta porque si quisiera ser princesa estaría en apuros y ya ves que así no es como es. Zapatitos de tacón para llegar a los lugares más lejanos, zapatillas y tejanos para andar por casa un par de años. Si no sabes de lo que estoy hablando es que no has estado enamorado. Si te pierden las palabras, amigo, vete preparando.