Vuelve, vuelve tarde pero vuelve, vuelve a mí si te pierdes.

lunes, 17 de febrero de 2014

¿Qué sería de mi vida si fuera a tu lado? (IV)

Vaya cosa. Nos pusimos los zapatos como quien no quiere la cosa, y empezamos a reír. Me resulta tan raro tenerte aquí conmigo, la distancia siempre nos había mantenido separados. La cena estaba rica, tal vez un poco grasienta para mi últimamente, tan refinado estómago. Siempre hemos tenido gustos diferentes pero este restaurante nos agrada a los dos. Cuando venía aquí, recordaba tus sorbos al agua fría. Y, ¿recuerdas cuando te cantaron cumpleaños feliz? Yo aún no he logrado olvidarlo.
Las calles están más bien vacías para lo que suele ser este lugar en verano. Está todo nevado, será por eso, pero yo no tengo frío, nunca tengo frío a tu lado...

Realmente me impresiona tu capacidad de olvidar todo lo sucedido, comprendo que yo, tan enamorada, no me diera cuenta de todo aquello que realmente me estabas causando... pero ¿tú? Tú sabías perfectamente que todo lo que hacías era para hacerme más y más daño. ¿O me querías? Siempre queda esa esperanza, ese instante de fe que me dice, que cada vez que volvías, cada vez que me hablabas, era porque realmente me echabas un poco de menos.

domingo, 16 de febrero de 2014

¿Qué sería de mi vida si fuera a tu lado? (III)

Me miras y te miro. Te intentas marchar pero no te dejo. Pero tampoco hablo. Tan poquito sueño ya contigo. Aún así me perteneces en estos instantes de fe que, a veces, vuelven a mi cabeza.
No cabíamos demasiado bien en ese portal, había poco espacio... pero es una historia que merece ser contada. No sabría decir si estabas ahí por voluntad propia o porque ya te acabé dando mucha pena... pero allí estabas tú, y estaba yo. Fuera llovía, de hecho teníamos el pelo empapado y las manos congeladas. Había unos cinco centímetros entre tu boca y la mía, entre tu nariz y mi nariz, entre tu cuerpo y mi cuerpo, pero fueron los cinco centímetros más largos de mi vida. Y no pasó nada, absolutamente nada. Aseguramos que sería el fin... en cambio esto nunca acaba. Me dijiste que habías aprendido tanto conmigo, y yo no aprendí nada.
Y así.

Me hice vegeteriana el verano pasado.

Digamos que me apasionan los domingos y jugar al tres en rayas. Digamos también que las fresas solo son fresas en forma de batido. Y digamos que las buenas fiestas solo son aquellas en las que te mueres por volver a casa.

Habrás pensado que estoy loca, y habrás jurado no volverme a hablar... pero ten por claro que lo que digo no siempre va a ser verdad.

martes, 11 de febrero de 2014

No uno, sino cincuenta suspiros.

Sueltas un te quiero al aire, como el que suelta un suspiro, como aquel que dejó caer un avión de papel. Y sonríes. Sonrío yo también, ¿qué otra cosa puedo hacer? Me lo estoy creyendo, me lo creí desde antes de haberte conocido. Es como si ya te conociera siempre. Mientras, sé tan poquito de ti. Me basta con saber que mides cada paso cuando andas, que no tienes nada planeado pero todo te sale tan bien, porque le pones ganas. Y al final no importa lo mucho que me llames, solo las caricias a la espalda. Y esas miradas en las que me pierdo y me cuesta encontrarme. Una ráfaga de viento en mi pelo... y te quedas como embobado, como ausente. Como un niño al que le acaban de contar una mentira, y se la ha creído. ¿Seré yo tu mentira? Tal vez sea tu verdad. ¿Y qué haremos cuando nos perdamos? Tal vez encontrarnos... o tal vez seguiremos buscando siempre.

jueves, 6 de febrero de 2014

¿Qué sería de mi vida si fuera a tu lado? (II)

La mirada que desprendían tus ojos estaba llena de rabia y dolor, ahora entiendo que te costara decir cualquier cosa, entre dientes empezaron a salir palabras de tu boca:
- El desayuno de ayer me dejó preocupado, no articulaste palabra en toda la mañana, ni por asomo apareció tu típico mal humor, ni tu sonrisa al dar el primer sorbo al café ardiente. Habías dormido en el sofá, y pude llegar a entenderlo, no me diste los buenos días, lo cual también comprendo, pero tampoco comentaste las injusticias del mundo que veíamos en las noticias, lo cual no me dejó indiferente; tú siempre tienes algo que decir... y yo solo escuché el silencio y el murmuro de la calle tras la ventana de nuestro apartamento.

- No tengo fuerzas para permitirte ocuparte de mí, como otras veces habías hecho. Necesito un espacio que me deje completamente sola. ¿Te han hablado alguna vez de la "zona de comfort"? Es una zona en la que estamos cómodos y a la que estamos acostumbrados, es esa zona que conocemos y de la cual no queremos salir. Yo no quiero salir de la mía, y la mía soy yo misma, yo sola. Yo, yo, yo... lo egoísta para mi mente es lo más fácil, lo más seguro. A ratos no soporto mi soledad, pero generalmente es donde, por más tiempo, me siento bien. Es evidente que mi compañía solo es buena para quien no decida entrometerse, y todos lo hacen.

- ¿Qué puedo hacer?

- Perderme para tenerme y olvidarme para recuperarme. Aunque nunca funciona. No es demasiado sano. Aún nunca ha funcionado.


Saliste de aquella cocina con la mente ausente,  no pude intuir lo que estabas pensando ni por un segundo... pero me daba igual. Hice mi vida aquella mañana, como si no hubieras existido jamás.

miércoles, 5 de febrero de 2014

¿Qué sería de mi vida si fuera a tu lado?

Caminas lento, arrastrando los pies por los pasillos de casa. De esta casa que me resulta algo más que familiar. A ratos te dejas caer en alguna de sus paredes y vuelves la mirada hacia mí, una mirada dulce y preocupada, o tan solo preocupada. Y sigues hasta llegar hasta el final del pasillo para meterte en la cama. En nuestra cama, que esta vez es mucho más tuya que mía, porque huí de ti, así mismo huí también de ella.
Y cierras la puerta, me dejas fuera de todo ese mundo que habíamos planeado juntos, pero no porque quieras hacerlo así, más bien porque yo lo he querido alejándome cada vez más. Y me prometiste que me dejarías volver, porque hay que dejar volver a las almas perdidas, pero el problema es que yo no quiero volver al mismo maldito punto en el que nos quedamos...
Dime tú ahora: ¿Qué hago yo sin ti? PERO, ¿Qué coño hago yo contigo?





Esta vez, un beso no arregla los problemas del alma.

lunes, 3 de febrero de 2014

El punto sobre la i.

Me he cambiado de zapatos, porque estoy harta ya de caminar. Me he calzado un par de huevos para poder sobrellevar mejor esta vida que me pesa pero me alegra tanto, esta misma vida que es larga pero corta, que es dulce pero amarga... que es tan mía, que a veces dudo si soy yo la que la tiene o es ella quien me tiene a mi. No consigo conciliar el sueño por las noches, porque se me hacen cortas, porque siento que pierdo tanto tiempo mientras duermo. Recuerdo que hace dos años pensaba que si dormir me hacía feliz, no importaba cuanto tiempo perdiera haciéndolo, porque era eso lo que quería hacer. Pero en cambio ahora... ahora me parece que cada minuto se va volando, porque volando es como estoy viviendo, lo surrealista que me está resultando esta época no es ni medio normal.
A veces hablo demasiado porque pierdo el sentido de cualquier razón, otras veces solo callo... porque no sé ya ni que decir a tanta hipocresía que tengo delante. A tanto talento perdido y a tanto sueño roto. ¿Por qué nos tocará vivir ahora cuando todo está tan mal, tan feo, tan difícil y tan obsoleto y vacío de sentimiento?
Hemos perdido la ilusión. Cada palabra lleva odio incrustado. Pero cada letra, en cambio, es puro amor. Porque son las letras las que dan la forma a lo que queramos transmitir. La melodía de los libros, son las letras. Y podemos componerlas como más nos guste... formando cualquier cosa.