Vuelve, vuelve tarde pero vuelve, vuelve a mí si te pierdes.

lunes, 9 de febrero de 2015

Reencontrar ese instante de rendición que nos hizo creer que podría ser.

Abro la puerta y ahí estás como siempre tan calmado, sin mover un músculo, me doy cuenta de que tienes algo en la mano y no sé lo que es, podría ser cualquier cosa. Por ejemplo un adiós. ¿Crees que podría retomar mi vida después de esta tormenta de arena y sal? Estaría todo muy revuelto, lleno de polvo lleno de miedo. Porque resulta que es miedo lo que veo en ti y lo que veo en mi. Pero, ¿miedo a qué?
Tengo miedo de tenerte, miedo de pensarte, tengo miedo de perderte y de tenerte que compartir. Estas manos que te tocan intentan quedarse con el tacto de tu piel. Estos ojos que te miran, pretenden recordarte para siempre. Esos labios que te besan quieren conservar tu sabor. Estos oídos que te oyen quieren seguir escuchando tu voz. Porque eres oleaje y eres sol, eres luna y eres sombra, eres nube y eres llanto, eres risa, eres suerte. Estás jugando con mis sueños, con mi vida, con mis rutinas. Estás buscando ese punto en el que nos encontramos tu y yo. ¿Estará sintiendo algo? Pero, ¿quién está jugando? Porque siempre pierde el que siente más.
Resulta que me entregas un silencio, porque es un folio en blanco; lo tenemos que rellenar, con historias propias, bromas, risas, polvos mil. Porque creo que el amor es un poco eso; querer amarte y follarte a partes iguales, querer besarte y escucharte, querer un poco más cada vez que ya no quede nada. Reencontrar ese instante de rendición que nos hizo creer que podría ser.

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