Nos perdimos sin pensar por qué, sin decir, sin saber... casi que sin querer. Pero así fue, nos quisimos a ratos y nos quisimos siempre, para qué preguntarse si algo así está suficientemente bien. El caso es que perdimos las riendas, los días, los trabajos, hasta que un día también las sonrisas y nos dimos cuenta de que hay algo que no está bien. ¿Qué será? Tal vez su tez, o su ternura. O mi cuello en su pecho. O tanta locura...
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