Vuelve, vuelve tarde pero vuelve, vuelve a mí si te pierdes.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Give me... a kiss!

Es incuestionable. Todo lo que pasa, pasa a consecuencia de otra cosa. Acción-reacción. La primera acción puede estar impulsada por infinidad de cosas, no voy a entrar en detalles. El caso es, que la reacción que produce es, normalmente, irrevocable.
Un beso, por ejemplo, puede provocar repulsión, odio, amor, disgusto o todo lo contrario; puede cambiarlo todo o no significar absolutamente nada. Porque es, tan sólo, un beso. ¡Un beso, por Dios! Puede ser el comienzo de una puta historia de amor eterno joder, de un tonteo de meses... Puede ser causa y efecto, el efecto de años de timidez, de sentimientos oprimidos que nos explotan en la cara, el efecto de un impulso. Pero también es causa, la causa de un tortazo, de una mirada enojada, de una relación de años o para toda la vida. Todo con todo. Nada con nada. Pura cuestión de relacionar.
Además hay besos y besos, señores. Los hay que no significan nada, que son capricho, aburrimiento, la chispa que te falta para no morir de aburrimiento. Pero hay otros, otros... ¡y qué otros! Algunos provocan poemas, canciones... hay esos, que son robados y otros, regalados. Rápidos, lentos; besos que dan lugar a un poco más.
Demasiadas clases de causa para tantas clases de efecto y tener claro cuál es cuál.

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