Me miras y te miro. Te intentas marchar pero no te dejo. Pero tampoco hablo. Tan poquito sueño ya contigo. Aún así me perteneces en estos instantes de fe que, a veces, vuelven a mi cabeza.
No cabíamos demasiado bien en ese portal, había poco espacio... pero es una historia que merece ser contada. No sabría decir si estabas ahí por voluntad propia o porque ya te acabé dando mucha pena... pero allí estabas tú, y estaba yo. Fuera llovía, de hecho teníamos el pelo empapado y las manos congeladas. Había unos cinco centímetros entre tu boca y la mía, entre tu nariz y mi nariz, entre tu cuerpo y mi cuerpo, pero fueron los cinco centímetros más largos de mi vida. Y no pasó nada, absolutamente nada. Aseguramos que sería el fin... en cambio esto nunca acaba. Me dijiste que habías aprendido tanto conmigo, y yo no aprendí nada.
Y así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario