Vuelve, vuelve tarde pero vuelve, vuelve a mí si te pierdes.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Si me dieran a elegir entre tú y yo, te elegiría a ti.

Podríamos empezar a mentir y decir que todo fue mentira, que no quisimos más que ser amigos #microcuento
Vacío el sueño, vacío el olvido. Completo silencio en cualquiera de los sitios, recuerdos punzantes no dejan que la mente vaya libre, sola, volando por los aires. Te sientes seguro, intenso, volátil... en cambio eres como un chicle pegado a mi zapato. Verás, no es por ser brusca ni tener falta de simpatía pero comparado con el cielo, con el hielo, con las nubes en mi pelo... tu no eres nada. Así, en armonía llueven los ojos de la dulce niña porque se le caen lágrimas, hoy de alegría. No cariño, no por ti, sino por las sorpresas que están por venir.
Tal vez parezca triste, porque lo estoy. Tal vez parezca borde, porque lo soy. Tal vez parezca cabreada, porque no puedo evitar enfadarme al entender que las cosas no son realmente como las pintan. Puede que no esté preparada para una vida tan sola, tan triste, tan frágil, como la que estoy viviendo. Y parezco fuerte, valiente, independiente. Porque lo soy. Pero, ¿cuánto tiempo consigues tú aguantar la respiración?

jueves, 27 de noviembre de 2014

Me siento presa de lo que creo que necesito, de lo que creo que tengo que tener, de cómo creo que tengo que conseguirlo. Estoy totalmente presa dentro de mí, dentro de cómo pienso que debo hacer las cosas. Atrapada sin poder dejar libres los actos, sin dejar volar la imaginación, sin hacer uso de mi impulsivo carácter. Me estoy reprimiendo de todo. 
Ante situaciones amenazadoras sustituyo el quiero por el debo, ¿por qué? Me ha costado años de duros golpes aprender que solo hay un momento y ningún otro será como aquel que ya ha pasado, pero aún así sigo sin aprovechar las situaciones que se me pasan por la cabeza. Ideas no me faltan, pero si ganas... a veces llevas tanto tiempo tirando de todo el mundo que en algún momento necesitas a alguien que tire un poco de ti, porque estás cansada. No quieres grandes emociones, ni nervios, ni mariposas revoltosas en tu estómago. Quieres tranquilidad, compartir un silencio. Soltarte el pelo y sentirte libre, quitarte ese jersey que tanto te pica. Necesitas calma, consuelo, un beso pausado, una caricia en el cuello. 
En fin. 

lunes, 24 de noviembre de 2014

Give me... a kiss!

Es incuestionable. Todo lo que pasa, pasa a consecuencia de otra cosa. Acción-reacción. La primera acción puede estar impulsada por infinidad de cosas, no voy a entrar en detalles. El caso es, que la reacción que produce es, normalmente, irrevocable.
Un beso, por ejemplo, puede provocar repulsión, odio, amor, disgusto o todo lo contrario; puede cambiarlo todo o no significar absolutamente nada. Porque es, tan sólo, un beso. ¡Un beso, por Dios! Puede ser el comienzo de una puta historia de amor eterno joder, de un tonteo de meses... Puede ser causa y efecto, el efecto de años de timidez, de sentimientos oprimidos que nos explotan en la cara, el efecto de un impulso. Pero también es causa, la causa de un tortazo, de una mirada enojada, de una relación de años o para toda la vida. Todo con todo. Nada con nada. Pura cuestión de relacionar.
Además hay besos y besos, señores. Los hay que no significan nada, que son capricho, aburrimiento, la chispa que te falta para no morir de aburrimiento. Pero hay otros, otros... ¡y qué otros! Algunos provocan poemas, canciones... hay esos, que son robados y otros, regalados. Rápidos, lentos; besos que dan lugar a un poco más.
Demasiadas clases de causa para tantas clases de efecto y tener claro cuál es cuál.